Glifosato: realidades

Algunas verdades sobre el glifosato

Escudándose en mensajes presuntamente ecologistas, el gobierno actual pretende prohibir el uso del glifosato en las labores del campo en el país, lo cual podría tener graves consecuencias que terminarían reflejándose en la mesa de todos los mexicanos.

De inicio, esto generaría un importante problema de demanda de muchos alimentos, ya que los compradores desean un abasto suficiente, competitivo y de calidad y características iguales en el tiempo, lo cual no se podría garantizar con la ausencia del glifosato que hoy ayuda a llevar un control uniforme de los productos del campo.

Además, parecería que el gobierno pierde de vista que frenar la dinámica del campo de esta manera generaría desempleo, migración, inseguridad, mercados ilegales de insumos agrícolas y alimentos, inestabilidad social y política en zonas rurales y urbanas.

Y, al final, se correría un alto riego de padecer desde escasez y encarecimiento de los alimentos de la canasta básica hasta la pérdida de la seguridad alimentaria equitativa de México.

Suelos intactos

El desconocimiento de lo que es el glifosato genera que exista animadversión hacia él; pero en realidad es un producto que lleva varios años usándose en el campo, no solo de México, sino de muchos otros países del mundo gracias a sus características, algunas de las cuales detallamos a continuación.

Primero que nada, el glifosato inhibe de manera específica una enzima presente en las plantas y que es esencial para su crecimiento. Es importante aclarar que no representa una amenaza para los animales e insectos, porque la enzima se encuentra en las plantas, no en los animales. 

El glifosato se pulveriza sobre las hojas o tallos y viaja hasta las raíces, donde bloquea esa enzima para que la planta deje de crecer. Cuando la maleza se marchita y cae sobre la tierra, el glifosato residual se une a las partículas del suelo y se degrada hasta convertirse en dióxido de carbono y fosfato, por lo que no se acumula en organismos vivos y tampoco daña los microbios del suelo.

Así, mediante el uso de herbicidas a base de glifosato, los agricultores pueden dejar su suelo intacto y conservar los residuos de la cosecha anterior en la parte superior.

Sin riesgo

Es importante recalcar que autoridades regulatorias internacionales, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos, llevan a cabo evaluaciones comprensivas para asegurarse de que los productos de protección de cultivos, como el glifosato, se puedan usar de forma segura para el medio ambiente.

Estudios que se han realizado para encontrar el destino ambiental del glifosato, han encontrado que menos del 1% pierde por escurrimiento de los terrenos agrícolas, por lo que este supuesto es prácticamente nulo.

Otros datos recientes, presentados a los entes regulatorios de la Unión Europea, muestran que el glifosato se degrada con facilidad en el suelo.

Es así que, con base en la información disponible, el glifosato no representa un riesgo para la salud humana a través del agua superficial o potable, y no hay evidencia de contaminaciones persistentes en mantos subterráneos.

Los herbicidas con base en glifosato cuentan con el respaldo de uso seguro en hábitats protegidos como las Islas Galápagos y los cañaverales de Florida para proteger a la flora nativa de las malezas invasivas.

El glifosato no puede reemplazarse por otros productos que hoy están disponibles en el mercado, debido a que no cuentan con los mismos atributos, por lo que carecer de esta herramienta provocará que haya menores rendimientos, menores ingresos y, en algunos casos, inclusive pondría punto final a la producción.

Por todo esto, el decreto del 31 de diciembre de 2020 –que establece que el glifosato deberá ser sustituir gradualmente en el país– genera incertidumbre jurídica para la producción de alimentos, además de poner en riesgo al campo como parte primordial del desarrollo en el país.



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