UNA COSA LLEVA A LA OTRA

¿Por qué los salarios ya no alcanzan para comprar lo necesario para vivir en México?

¿Tienes la percepción de que lo que ganas ya no te alcanza para comprar productos básicos, como alimentos? Bueno, pues tu percepción es correcta, ya que hoy los sueldos, aunque hayan tenido aumentos, no son suficientes para cubrir las necesidades básicas de las personas, porque los productos están cada vez más caros. A este fenómeno se le conoce como “pobreza laboral”. 

Esto se generar a partir de una cadena de hechos relacionados con temas como la necesidad de importación de maíz para alimentar, no solo a las personas, sino también a los animales, y a factores como el alza de los combustibles o la inseguridad.

Pero vayamos por partes. En México, la canasta básica incluye alimentos preparados, productos agropecuarios, bebidas, servicios del hogar, vivienda, transporte, salud, educación y productos de higiene personal; y para adquirir esos bienes y servicios básicos enlistados por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en las regiones urbanas de país, cada persona necesitaría, al menos, 3,718 pesos mensuales.

Pero según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), casi 14 millones de trabajadores (26% en el país) tienen ingresos de máximo un salario mínimo, equivalente a 4,251 pesos o menos cada mes; esto quiere decir que perciben por su trabajo apenas lo justo –o incluso menos de lo necesario– para vivir dignamente.

Esto se empeora si consideramos que se trata de un ingreso individual, así que en un hogar urbano en donde viven dos personas, se necesitarían unos 7,500 pesos mensuales para adquirir los bienes y servicios mínimos. 

De acuerdo con el CONEVAL, durante el cuarto trimestre de 2020, el ingreso laboral real  mensual de los trabajadores a nivel nacional fue de 1,773.43 pesos, es decir, una disminución de 2.5% (46.20 pesos) con respecto al mismo periodo del año anterior, cuando fue de 1,819.55.

Esta situación se refleja en muchos aspectos de la vida cotidiana, pero uno de ellos es la alimentación.

Pollo a falta de carne

La pérdida del empleo y la consecuente reducción del ingreso de las familias generadas por la falta de apoyos económicos del gobierno actual desde antes de la pandemia ha generado el remplazo de proteínas animales más onerosas –como la res y el cerdo– por proteínas más asequibles, como el pollo y el huevo.

Durante 2020 se registró un descenso en el consumo per cápita de carne, observando un impacto mayor en el consumo de carne de res, que bajó 58 gramos con respecto a 2019; asimismo, el consumo de la carne de pollo solo bajó 14 gramos, y la de cerdo, 8 gramos.

En general, el consumo de proteínas cárnicas disminuyó, especialmente las provenientes de la res, lo que provocó que los consumidores refugiaran su consumo en huevo, y particularmente en carne de ave.

Otro efecto provocado por la disminución del ingreso es el aumento en la demanda de huevo, ya que su consumo per cápita en 2020 creció 56 gramos, llegando a 23.73 kilos, mientras que en 2019 fue de 23.24 kilos.

En cuanto a precios, la carne de res aumentó 13.42 pesos por kilo; la de cerdo, 19.74; el pollo, 12, y el huevo, bajó 2.28.

De mal en peor

Como si no fuera suficiente, esta situación empeora cuando se detecta que los precios de los insumos para producir estos alimentos también han sufrido aumentos sustanciales y desproporcionados en comparación con los precios finales.

Esto se debe a que más del 60% de los costos de producción se generan por la alimentación de los animales, la cual está basada en una dieta cuyo principal ingrediente es el maíz, seguido de la pasta de soya.

Pero en el mercado internacional, el maíz ha sumado una alza anual de 74%, mientras que el incremento anual de la pasta de soya ha sido de 37%. La mayoría de los ingredientes son importados, debido a que México no produce suficiente maíz amarillo y soya, por lo que también se ha visto un fuerte impacto en el costo del transporte debido al aumento de la demanda.

Otro factor a considerar en el aumento de precios es el alza desmedida de los combustibles en el país, algo que el gobierno actual había prometido que no iba a pasar e, inclusive, suele decir que no se ha registrado aumento alguno.

Si embargo, de acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Productor de INEGI, en marzo de 2021, la gasolina tuvo un incremento anual de 19%; el diésel, de 17%, y el gas LP, de 84%.

Este último combustible es un factor de producción necesario en las primeras semanas de edad del pollito en la crianza y que representa entre el 3 y 5% del costo de producción.

Y un último factor que hay que sumar es la inseguridad que se vive en el país y que ha venido a jugar un rol cada vez más importante en la estructura de costos de producción, alcanzando niveles de entre 2 y 3%, dependiendo de la región de México.

Así que todos estos factores que acabamos de enlistar hacen cada vez es más difícil para los mexicanos llevar alimentos a sus mesas, pero también producirlos y transportarlos. Mientras que el gobierno actual no trabaje en solucionar los problemas de fondo del país, esta situación podría empeorar en los próximos años.



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