¿Qué pasa cuando la política se antepone a la ciencia?

El glifosato es un producto que lleva más de tres décadas utilizándose en la agricultura y otras aplicaciones, como el control de la maleza urbana, demostrando en todo ese tiempo que es un instrumento eficaz y con un costo-beneficio ideal para los usuarios.

Aunque el glifosato se utiliza en más de 30 cultivos en México, en los últimos meses han emergido grupos autodenominados “ecologistas” que aseguran que el glifosato es dañino para la salud, a pesar de que se ha usado durante años.


Esos señalamientos, que resultan ser altamente mediáticos, nunca han podido ser comprobados científicamente; sin embargo, el gobierno de México decidió retomar ese discurso, reproduciéndolo en espacios como las conferencias diarias del presidente Andrés Manuel López Obrador y emprendido acciones como prohibir la comercialización del glifosato en el país.


El resultado de este enfrentamiento entre privados, gobierno y “ecologistas” hace que quienes queden en medio –y sin voz– sean los productores, que son quienes realmente conocen las labores del campo y verdaderamente saben por qué es necesario utilizar el glifosato en su labor diaria. No usar glifosato dificultaría la labor diaria en el campo, aumentando la cantidad de trabajo y las condiciones en las que laboran los productores, lo cual, a su vez, incrementaría los precios de los alimentos y generaría pobreza en la población porque cada vez saldría más caro llevar alimentos a la mesa de los mexicanos. Esto sin contar la precarización de la vida de las personas que trabajan en el agro.


Inclusive, hay temas relacionados con el clima que impactarían al campo si desde un escritorio se decide prohibir “de un plumazo” el uso del glifosato. Por ejemplo, cuando hay más lluvia, crece más maleza, por lo que se requiere más herbicida para controlarla. ¿Qué pasaría con el abasto de alimentos ante una situación así? Mientras tanto, los políticos se encargan de difundir mensajes que están más basados en ideologías que en verdaderos estudios científicos; e inclusive se atreven a difundir mensajes con soluciones simplistas, como sugerir retirar las malezas a mano y con machete, como ha sugerido el mismo presidente López Obrador.


Actualmente, el glifosato se utiliza prácticamente en todos los países del mundo, incluyendo Estados Unidos, en donde se han realizado diversos estudios que sustentan la decisión de la autoridades correspondientes para permitir su uso.

Afectaciones a la relación comercial

A propósito de Estados Unidos, cabe señalar que la prohibición del glifosato en México afecta al mercado internacional, como el que se hace con ese país. Es decir, una decisión política tomada a nivel local podría afectar no solo a México, sino al mercado mundial.


Recientemente, un grupo de 27 asociaciones agropecuarias de Estados Unidos, como la American Farm Bureau Federation, la American Feed Industry Association, y la American Soybean Association, alertaron que la prohibición del glifosato en México representa un impacto negativo en la relación comercial de una significativa porción de las exportaciones agropecuarias estadounidenses.


El año pasado, México tuvo un superávit de 14,657 millones de dólares en la balanza agrocomercial con Estados Unidos, el cual ahora está en peligro debido a las restricciones que está poniendo unilateralmente el gobierno mexicano. Así que prohibir el glifosato generaría un deterioro de la relación comercial entre ambos países por lo que el gobierno federal debe reconsiderar sus decisiones debido a la gran interdependencia que hay entre ambos países.


En el siglo XXI es necesario pensar de manera global y entender que las decisiones que se toman a nivel local pueden afectar a terceros y, en este caso, impactando a las personas en un tema delicado: los alimentos que pueden llevar a sus mesas.



Deja un comentario