En qué impacta la reducción ordenada por CONACYT

Prohibir el glifosato tendría efectos económicos y sociales negativos

El 19 de marzo pasado, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) emitió recomendaciones para limitar la importación del glifosato de parte de particulares a lo largo de 2021.

Así, durante el año se podrán importar alrededor de 16,500 toneladas de glifosato formulado y más de 1,200 toneladas de glifosato técnico. La cota recomendada por Conacyt representa una disminución de 5% con respecto a la cantidad de glifosato que México importó en 2018, cuando se importaron 17,395,976 kilos de glifosato formulado y 1,323,401 de glifosato- técnico.

La realidad es que esta cota es insuficiente, pues el requerimiento nacional para la producción suficiente de alimentos ronda las 25,000 toneladas anuales de glifosato, por lo que limitar este recurso podría generar que menos personas puedan llevar alimentos a sus mesas.

Es así como esta prohibición, impulsada principalmente por personas ajenas al campo, tiene efectos económicos y sociales, tanto en los productores como en la población en general; además, viola los acuerdos internacionales firmados por el gobierno mexicano, como el recién estrenado Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), por lo que también tendría repercusiones en niveles diplomáticos y políticos.

Por qué es necesario

Contrario a lo que tratan de explicar políticos y los autollamados “ambientalistas” –quienes usan más argumentos ideológicos que científicos–, el glifosato es una herramienta vital en la producción de alimentos en el país, ya que permite producirlos de manera segura, saludable y, sobre todo, a precios accesibles.

Esta producción abarca desde los los granos y hortalizas, hasta los insumos para la elaboración de alimento balanceado para el ganado, lo que a su vez se traduce en productos como carne, embutidos o huevo.

Es por ello que el glifosato reúne una serie de atributos que permite llevar a cabo las labores propias de la agricultura y combatir las malezas con un producto que ha estado en el mercado y ha sido probado durante cuatro décadas, además de que existen diferentes estudios alrededor del mundo que lo avalan.

El glifosato no puede ser reemplazado por otros productos porque no existe hasta ahora ningún otro en el mercado que reúna los mismos atributos, así que si se carece de esta importante herramienta se generarán menos rendimientos, habrá menores ingresos e, incluso, existiría el riesgo para muchos productores de verse obligados a poner fin a su producción.

Cabe destacar que el sector agropecuario fue el único que creció durante la pandemia, por lo que una prohibición drástica, como la que propone el gobierno mexicano, tendría graves consecuencias en la actividad agrícola, cuya eficacia está comprobada.

Por ejemplo, el glifosato ha permitido a los productores de todo el mundo adoptar prácticas de labranza reducida, como la siembra directa que tiene importantes beneficios ambientales y, como se vio durante la contingencia sanitaria, permite seguir adelante con la actividad agrícola.

Estudiado y avalado

El glifosato sirve para ayudar a evitar que las malezas compitan con los cultivos por el agua, la luz solar y los nutrientes, haciéndolo de una forma efectiva, económica y que permite al productor dedicarse a las labores verdaderamente importantes.

Todos los estudios científicos serios realizados al glifosato han concluido, por ejemplo, que esta herramienta no representa un riesgo para la salud de las personas a través del agua superficial o potable –un argumento ampliamente usado por sus retractores–, además de que no existe evidencia de contaminaciones persistentes en mantos subterráneos. También implica un riesgo mínimo para animales e insectos, como abejas, mariposas, anfibios y otras especies.

Organismos regulatorios de todo el mundo, como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, constantemente llevan a cabo evaluaciones para verificar que los productos de protección de cultivos, como el glifosato, se puedan usar de manera segura para el medio ambiente.

Es por ello que los productores agrícolas, del sector pecuario y agroindustrial –que son los verdaderos usuarios del glifosato y que conocen sus virtudes– se han organizado de manera legítima para defender el uso de un recurso que México necesita para la producción de alimentos.



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