Competitividad del campo frente a nuestros socios comerciales.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (TMEC) fue firmado en noviembre de 2018 por el entonces presidente de México, Enrique Peña Nieto, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau. Después de 1 año de negociaciones y modificaciones, y ya durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador, el Tmec fue ratificado por la Cámara de Senadores en México a finales de 2019, y luego por el Poder Legislativo de Estados Unidos en enero de 2020. Posteriormente, el 13 de marzo de 2020, el gobierno de Canadá aprobó la ratificación del TMEC.

De esta manera, el 1 de julio de 2020 entró en vigor el nuevo tratado entre las tres naciones, y de acuerdo con el secretario de Agricultura y Desarrollo Rural, Víctor Villalobos Arámbula “la entrada en vigor del TMEC es una buena noticia para el sector agroalimentario de la región de Norteamérica, ya que brindará certidumbre al comercio de bienes agrícolas, con reglas claras y un comercio complementario con regulaciones basadas en ciencia”. 

Es importante destacar la relevancia de este acuerdo, pues el intercambio comercial agroalimentario actual entre los 3 países alcanza 90 mil millones de dólares. De hecho, Norteamérica es la región del mundo con más intercambio comercial en materia agropecuaria.

Sin embargo y a diferencia del tratado anterior, el TMEC contempla sanciones comerciales a incumplimientos en materia legal, algo que podría suponer incluso el embargo de mercancías. Puntos que ponen en desventaja al sector agrícola nacional frente al de los Estados Unidos y Canadá. 

Otra de las desventajas que podemos encontrar en el nuevo tratado, es la conocida como limitación temporal a la exportación de frutas y verduras mexicanas para favorecer a los productores estadounidenses, conocida como estacionalidad agrícola. A pesar de que este término no fue incluido en el texto del TMEC, como lo solicitó el gobierno mexicano, recientemente el representante de comercio de Estados Unidos, Robert Lighthizer, prometió a los productores de Georgia y Florida revisar el asunto con el tratado en marcha. 

Por otro lado, una de las principales amenazas para los productores del campo mexicano se encuentra en la eliminación de trabajo forzoso e infantil. El nuevo tratado contiene la obligación de eliminar estas dos manifestaciones de las cadenas de suministro de los productos que busquen ingresar a Estados Unidos. Entre los riesgos, destaca que los productos pueden ser señalados por ambas formas laborales irregulares a través de mecanismos del TMEC, como es el panel solución de controversias contenido en el Capítulo 31; mientras que la patrulla aduanera puede actuar en casos de trabajo forzoso.

En este sentido, el Distintivo Empresa Agrícola Responsable (DEAR-TMEC), que representa un estándar para que las empresas verifiquen la erradicación del trabajo forzado o infantil de sus procesos y sus cadenas de suministro, así como las medidas laborales que exigen el acuerdo comercial y que espera la revisión y evaluación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), abonan a impedir que esta cláusula deje en desventaja a los productores mexicanos. 

En cuanto al tema ambiental y a la responsabilidad social también se pueden encontrar barreras técnicas. Esto porque Estados Unidos podría señalar a los agricultores mexicanos de estar deforestando para sembrar más árboles de aguacate o en el caso de la pesca, decir que hay una sobreexplotación de las pesquerías, con la intención de generar controversias de ‘dumping’ si México llega a incumplir temas laborales y ambientales.

La entrada en vigor del TMEC será todo un reto para el sector agrícola nacional, sin embargo, será importante que las autoridades mexicanas aprovechen esta negociación comercial para incrementar las exportaciones de productos mexicanos, protegiendo en todo momento al sector agrícola nacional.