Abandono al campo
Durante la actual administración ha sido claro el abandono que ha habido por parte de las autoridades al campo mexicano. Desde un principio, los recortes que se han realizado a la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) han representado grandes repercusiones en el progreso y productividad del campo mexicano.
Tan solo a mitad de la actual crisis sanitaria, provocada por el COVID-19, el Gobierno de México recorto hasta un 75% el presupuesto que se tenía destinado a la agricultura, del que había sido planeado previamente nueve millones de pesos. Todo esto siguiendo una política y filosofía de austeridad de la 4T. Estamos hablando de casi 6.75 millones de pesos que le fueron retirados al campo y productores mexicanos, quienes ya con dificultad pueden sacar a flote sus actividades diarias.
Esto ha tenido una clara repercusión en el campo y las políticas públicas y sociales. No es de extrañarse entonces que durante los últimos meses las protestas por parte de productores y asociaciones agrícolas en el país han aumentado, como ejemplo están las movilizaciones de Tamaulipas y Chihuahua por parte de agricultores que solamente exigían lo que en un comienzo se había prometido, los precios de garantía de productos básicos como el maíz y el sorgo.
El campo mexicano está desesperado por la atención adecuada por parte de las autoridades, que con un afán surreal de austeridad han quitado el apoyo financiero que necesita el productor promedio mexicano para sacar adelante la producción de sus cultivos.
Otro ejemplo de la deficiencia de los programas gubernamentales implementados para supuestamente mejorar la vida de los sectores agrícolas en el país es el programa Sembrando Vida, el cual es un claro ejemplo de las políticas públicas mal diseñadas y aplicadas. Con una inversión de 28 mil 504 millones de pesos, el programa mostró no logró alcanzar la meta al primer año de operación de sembrar 575 millones de árboles y plantas, alcanzando únicamente los 80 millones de siembras, de los cuales solo la mitad sobrevivió.
En 2019 el programa Sembrando Vida operó con 15 mil millones de pesos, mientras que para este año la cifra aumentó exponencialmente hasta llegar a los 28 mil 504 millones, casi el doble del presupuesto que el año anterior, aún y cuando sus resultados son bastante cuestionables.
Es hora de que el gobierno y las autoridades correspondientes se den cuenta que los esfuerzos y atención a programas deficientes no está dando resultado para el día a día del productor mexicano. Si la 4T aspira realmente a llegar a la meta de tener un país autosuficiente en términos alimenticios, debe cambiar de rumbo a las políticas públicas y sociales destinadas a este sector.
Mientras tanto, el campo mexicano sigue en abandono.